sábado, 4 de febrero de 2012

La primera visita...



Mi primera experiencia como empresaria se presentó pronto, claro que era la época de las vacas gordas y además la fecha me ayudó bastante: aquel año la Semana Santa coincidió con el Gran Premio de MotoGP de Jerez. Mi casa se encuentra a unos 25 minutos del circuito y unos chicos de Madrid llamaron para alquilarla.

Con la alegría lógica de mi primera reserva, se mezclaba la incertidumbre de cómo serían los chicos. Por mi cabeza pasaron todo tipo de imágenes y ninguna buena. Además de ser la primera vez, yo era muy tímida y me daba reparo acompañarlos sola a la casa. 
Había pensado en ir con mi marido o con alguna amiga, pero se dieron las circunstancias para que al final tuviera que ir sola. Era de noche y habíamos quedado en una venta cercana en la que nos reuniríamos para yo luego guiarlos hasta la casa.
Nerviosa cogí el coche y me encaminé al lugar indicado. Nada más llegar supe que eran ellos, no había que ser muy lista, ya que se trataba un grupo perfectamente distinguible: todos ataviados con sus trajes de cuero negro, botas y cascos. A mí me parecieron sacados de una película americana. 
¿Qué hacer? Pensé en dar la vuelta y volverme a buscar a alguien que me acompañara… Pero desistí, debía enfrentarme sola, al fin y al cabo era el trabajo por el que tanto luché.

Paré el coche en la venta, me presenté al que fuera mi primer grupo de clientes y acordamos que yo iría delante para mostrarles el camino. Todos ellos me siguieron haciendo rugir sus motores y levantando una polvareda por el camino de tierra que llevaba a la casa. De pronto me sentí como un personaje importante con todo aquel despliegue de motos tras de mí, como si fuesen mis guardaespaldas.

Mis temores por no saber a qué tipo de personas les había confiado mi casa se desvanecieron nada más llegar. Resultaron ser unos chavales encantadores y formales, con los que no tuve ningún tipo de problema. Ni siquiera ensuciaron apenas porque se pasaron los dos días en el circuito. Y les gustó tanto la casa que los dos años siguientes volvieron a "El Parque de Isabel", que así es como se llama.

sábado, 28 de enero de 2012

Historia de una mujer emprendedora que se escapó al campo


Esto va dirigido a las mujeres emprendedoras por si os sirve de algo mi experiencia.

Durante gran parte de mi vida quise tener un negocio propio, pero hasta hace unos cuantos años no pudo ser. Primero, era demasiado joven con pocos recursos y menos estudios. Después me casé y empezaron a llegar los niños, ¡nada más y nada menos que cuatro! Los que leáis esto y tengáis hijos, sabréis de qué estoy hablando... Así que me pasé un montón de años limpiando mocos, llevando una casa y trabajando.
Mi vida, como la de la mayor parte de las mujeres de mi generación, consistió básicamente en trabajar y cuidar de mis hijos y de la casa. A pesar de eso, seguía soñando con mi propio negocio que, para mí, era un gran reto.

Al final, después de mucho pensarlo, decidí (y digo decidí porque al fin y al cabo a mí se me ocurrió...) alquilar una casa que teníamos en el campo y que los niños, que ya no eran tan niños... se negaban a habitar.

Con mucha ilusión y ninguna experiencia emprendí el camino que me llevaría a introducirme en el mundo del turismo rural. Un mundo que se me presentaba tan apasionante como desconocido.
La casa de la que disponía no era muy lujosa, pero sí amplia, rodeada de árboles frutales y flores, una piscina donde aprendieron mis cuatro hijos a nadar y un jardín con cerezos que disfrutaba regando las tardes de verano.

Sabía que ese terreno era totalmente nuevo para mí, por lo que mis primeros pasos los di de puntillas y con la inseguridad lógica de lo desconocido. Fui en todo momento una autodidacta. Gracias a las posibilidades que brinda internet, y a pesar de mi ignorancia informática, pronto aprendí a poner anuncios en portales gratuitos y empezó mi aventura.

Ahora que puedo decir que casi lo tengo controlado, quiero compartir con vosotras mis experiencias. Espero que este blog os sirva para orientaros y sobre todo para que os animéis a hacer vuestro sueño realidad, como hice yo.